Descripción
El 28 de enero de 1871 enmudecieron los cañones alemanes que desde hacía treinta y dos días estaban disparando sobre la capital de Francia. Un armisticio liberaba a la población de París de los terribles sufrimientos del asedio. Sin embargo, muchos parisienses no acogieron con júbilo su concertación. Algunos opinaban que su ciudad hubiese podido ser defendida eficazmente si el gobierno y los generales hubiesen permitido sin titubeos que las fuerzas morales de la Guardia Nacional se emplearan a fondo […] El miedo a la revolución social no carecía de fundamento, como se vio durante los primeros meses de la república en el sur del país. Primero en Lyon y algún tiempo después en Marsella, los obreros ocuparon los ayuntamientos proclamando la federación de comunas revolucionarias. Armar al pueblo para una resistencia desesperada contra los ejércitos alemanes que avanzaban, destituir y aprisionar a todos los funcionarios bonapartistas, alterar las relaciones de la propiedad, eran los puntos básicos del programa de este movimiento, que habría de fracasar ante la indiferencia y animadversión de los campesinos y ante la oposición de los republicanos adinerados. Incluso el ex diputado izquierdista Gambetta, que había abandonado París en globo para organizar la resistencia en provincias, retrocedía ante las consecuencias revolucionarias de esta “levée en masse” que, bajo la influencia de M. Bakunin, asumía un carácter no sólo federalista, sino también antiestatal.