Descripción
El arte y el pensamiento del compositor y dramaturgo Enrique Santos Discépolo son tan delicados y tan contundentes como en vida lo fue su propia flacura. En el tango, con toda su desesperación y su ironía a cuestas; en el cine, bajo el rostro de un hincha frenético que no paraba de amar; en el teatro, como autor y actor. Y en la política, puesto que Discépolo fue un convencido adherente del gobierno de Juan Domingo Perón y prestó su voz y su prestigio para un ciclo de charlas en la radio en las que habló de la Argentina que veía y de la Argentina que no quería. En su último año de vida, inventó un personaje a quien hablarle, «Mordisquito», alguien que no era como él, que no pensaba como él. Fue una tarea pedagógica dirigida a un opositor a Perón y continuada a los largo de treinta y nueve noches del año 1951, cinco minutos por vez. Discépolo se transforma en un Sócrates irónico que busca refutar las mentiras que se dice.